Acabamos el año 2006 de la peor manera que pudiéramos haber imaginado.
ETA ha vuelto a atentar en el aeropuerto de Barajas, lo que supone un duro golpe
a las esperanzas que los españoles habíamos depositado en el fin del
terrorismo.
Quiero expresar la solidaridad y el apoyo de todos los aragoneses a los
heridos y a los familiares de las dos personas desaparecidas ayer. Y quiero
manifestar también rotundamente, en mi nombre y en el de todos los aragoneses,
el rechazo más profundo a estas acciones terroristas, inútiles y
sangrientas.
Batasuna ha tenido la oportunidad de desmarcarse y condenar la
violencia y no ha querido o no ha sabido aprovecharla. Con su actitud han
perdido la posibilidad de incorporarse al funcionamiento democrático de la
sociedad.
El Congreso de los Diputados autorizó al Gobierno de España a explorar
las posibilidades de alcanzar un acuerdo si los terroristas mostraban su
voluntad inequívoca de abandonar la violencia. El atentado de ayer es
absolutamente contrario a la resolución de la Cámara que representa a todos los
españoles. Por lo tanto, debemos afirmar con rotundidad que con violencia no hay
ninguna posibilidad de diálogo.
ETA ha pretendido presionar a la sociedad española y a las instituciones
que la representan. Pero no puede haber acción más errónea. La violencia es
incompatible con cualquier gesto de generosidad que pudieran tener los
españoles.
En estos momentos de dolor y dificultad, quiero trasladar a todos los
aragoneses que estamos en el último capítulo del terrorismo y que mantengo mi
esperanza de que podamos alcanzar la paz definitiva en España.
En la lucha contra el terror, no hay mejor actitud que apoyar siempre y
en todo momento al Gobierno de España. Así ha sucedido a lo largo de toda
la etapa democrática y creo que es la mejor decisión que podemos adoptar todos y
cada uno de los ciudadanos.
No era este el mensaje que tenía previsto trasladar a los aragoneses en
este final de año, pero los graves acontecimientos de ayer me exigen utilizar
esta oportunidad para mostrar nuestra condena rotunda a estos hechos.
En nuestra Comunidad, el año 2007 será de extraordinaria importancia por
la aprobación del nuevo Estatuto de Autonomía. Un Estatuto que coloca a Aragón
en el máximo nivel de competencias que permite la Constitución.
Un año que también será decisivo para culminar las obras de la Exposición
Internacional de 2008, que colocará a Aragón, y especialmente a Zaragoza, en un
gran escaparate ante todo el mundo.
Somos una Comunidad emergente, que crece de una manera importante tanto
en su economía como en su población. Este periodo de progreso debemos
transformarlo en mejor calidad de vida para la gente, en una mejor educación, en
una mejor sanidad, en unos servicios sociales que, gracias a la Ley de la
Dependencia, que pondremos en marcha en 2007, lleguen a todas aquellas personas
que lo necesitan. En definitiva, una sociedad avanzada.
Si Zaragoza tiene el reto de la Expo, las provincias de Huesca y Teruel
también están inmersas en un intenso proceso de crecimiento y transformación
como no habían vivido en las últimas décadas.
Aragón ha encadenado éxitos en los últimos años que son mérito de todos:
la derogación del trasvase del Ebro, la Exposición Internacional de 2008, la
permanencia y ampliación de General Motors, el desarrollo de la radio y la
televisión autonómicas o el nuevo Estatuto de Autonomía, por citar algunos de
los más importantes.
Aragón vive un momento que nos permite reforzar la confianza en nosotros
mismos, en nuestra capacidad y en nuestro futuro como pueblo.
Hacer un balance positivo de nuestra situación no quiere decir que me
olvide de los problemas y de los grandes desafíos de nuestra Comunidad: ordenar
el crecimiento, limitar el precio de la vivienda, integrar a la inmigración o
resolver las dificultades que tenemos en las comunicaciones transpirenaicas con
Francia. Muchos de estos problemas son consecuencia del propio proceso de
crecimiento que vive la Comunidad.
Hoy quiero aprovechar esta oportunidad de dirigirme a todos ustedes para
manifestarles toda mi confianza en las posibilidades de Aragón, en nuestra gente
y en nuestro futuro. No en vano, uno de nuestros retos fundamentales es
conseguir que los aragoneses nos sintamos orgullosos de ser y de vivir
aquí.
Tenemos la obligación de aprovechar esta etapa de progreso para construir
un Aragón más moderno, más abierto, más acogedor y más solidario.
Quiero convocar en este mensaje de fin de año a toda la sociedad
aragonesa, en primer lugar a estar juntos frente al terror y en segundo término
a compartir, en esta etapa tan apasionante para la sociedad aragonesa, todos los
retos y los éxitos de los próximos años.