Manifiesto del Día Mundial del SIDA

Hace ya un cuarto de siglo desde que se notificaron los primeros casos de

SIDA. Desde entonces, el SIDA ha cambiado de forma significativa nuestro mundo,

y ha superado con creces las peores predicciones. Lo que, al principio, eran

unos pocos casos de una enfermedad misteriosa, ahora es una pandemia que

representa una de las mayores amenazas para el progreso mundial en el siglo XXI,

convirtiéndose, no sólo en un problema sanitario sino también en un problema

social que requiere nuevas políticas y nuevos compromisos.

El VIH ha infectado a casi 70 millones de personas, ha segado más de 25

millones de vidas, ha dejado huérfanos a millones de niños, ha exacerbado las

situaciones de pobreza y hambre y, en algunos países, incluso ha hecho

retroceder el desarrollo humano en general. En la actualidad hay cerca de 40

millones de personas que viven con el VIH y la mitad de ellas son mujeres. Sólo

en 2005, se infectaron 4,1 millones de personas y se calcula que 11.000 personas

al día contraen la enfermedad. De hecho, ese mismo año, fallecieron por SIDA 2,8

millones de seres humanos.

Además, el SIDA ha reducido la esperanza de vida de las poblaciones de

algunos países africanos por debajo de los 40 años. En los países del Norte,

desde que el acceso a medicamentos antirretrovirales se generalizó, han

disminuido los casos de SIDA y la mortalidad por esta enfermedad, pero somos

conscientes de que la atención a las personas con VIH tiene grandes lagunas en

el área social, jurídica y laboral, y aún existen grandes obstáculos para

detener el continuado crecimiento de nuevas infecciones. Además, se corre el

riesgo de creer que la enfermedad está controlada. En España, desde el inicio de

la pandemia se han notificado 73.013 casos de SIDA, pero se estima que el número

de personas seropositivas se sitúa entre 120.000 y 150.000 personas. El 40,7% de

las personas diagnosticadas de SIDA en 2005 no eran conscientes de estar

infectadas por el VIH en el momento del diagnóstico.

La situación en los países de menos rentas es, sin embargo, más difícil y

desesperanzadora. El África subsahariana concentra el 2% de la población

mundial, pero alberga el 60% de las personas que viven con el VIH en todo el

planeta. Y esa cifra sigue subiendo, lo que convierte a esta región en la más

afectada del mundo.

En cuanto al continente asiático, se estima que en países como la India y

China se podría llegar a alcanzar tasas similares a las de África en tan sólo

unos años. En América Latina las bajas prevalencias nacionales ocultan algunas

epidemias muy graves. De hecho, el Caribe cuenta con la segunda tasa más alta de

prevalencia de VIH del mundo. En este contexto, las mujeres y las niñas son, una

vez más, la población más perjudicada. Las desigualdades pro razón de sexo, la

violencia sexual, el acceso limitado a servicios de salud sexual y reproductiva,

algunas normas sociales y culturales, unido a la mayor vulnerabilidad biológica

a la infección respecto a los hombres, agudizan la feminización de la

enfermedad.

Por ello, aunque se han observado avances significativos en la cobertura de

los servicios de prevención y el acceso a tratamientos antirretrovirales en

muchos países, los éxitos obtenidos en la lucha contra la epidemia son

insuficientes si los comparamos con el impacto internacional, especialmente en

países de rentas bajas.

La Campaña Mundial contra el SIDA este año ha elegido como lema «Detener el

SIDA, mantener la promesa». Para los hombres y mujeres socialistas, el Día

Internacional para la Lucha contra el SIDA supone mucho más que una ocasión para

renovar nuestros valores y nuestras aspiraciones. Es, sobre todo, un reto. Y,

por ello, reiteramos nuestro compromiso y nuestra decidida apuesta para trabajar

desde las instituciones en la disminución de las nuevas infecciones en nuestro

país. Necesitamos movilizarnos, y sumar más voluntades para afrontar el mayor

desafío que tiene nuestro mundo en el siglo XXI. Debemos unirnos a la voluntad

unánime de detener esta catástrofe humana.

Para ello, es necesario seguir trabajando para que se reconozca al VIH/SIDA

como una de las amenazas más serias para el desarrollo y la estabilidad mundial,

trabajando para disminuir el impacto de la pandemia con urgencia mediante una

respuesta global y excepcional, tanto en nuestro país, como a nivel mundial.

Consideramos necesario garantizar que las personas afectadas por el VIH/SIDA

puedan vivir en sus comunidades sin ser estigmatizadas y rechazadas por su

condición de seropositivas. Para que esto se mantenga, es necesario que las

estrategias, las políticas y los presupuestos de lucha con el VIH/SIDA incluyan,

con especial atención, el respeto a los derechos humanos y que se reafirmen en

el compromiso de asegurar la aplicación de medidas destinadas a combatir la

discriminación y el estigma social de esta enfermedad.

En este día, queremos reiterar nuestro compromiso con la prevención. Hay que

romper el ciclo de las nuevas infecciones. Se debe garantizar la accesibilidad

al preservativo como elemento clave de una estrategia integral de prevención.

Para ello, es necesario impulsar programas de educación sexual e incidir en la

necesidad de establecer programas que aborden la salud sexual, al tiempo que

fomentar los programas de reducción de daños en el caso de las personas usuarias

de drogas por vía parenteral y, especialmente, entre los grupos más vulnerables.

También nos comprometemos a que estos esfuerzos se adapten a las realidades de

la vida de las mujeres, facilitando su acceso a los servicios de salud, a

métodos de prevención, diagnóstico y tratamiento integral, promoviendo un

verdadero acceso al preservativo femenino.

Creemos necesario seguir impulsando, con los fondos necesarios, la

investigación en la consecución de una vacuna de acceso universal y la

investigación sobre los microbicidas como método eficaz para evitar la

transmisión del virus entre las mujeres.

Consideramos que todas las personas que viven con el VIH tienen derecho a

tener un futuro, sin importar en qué lugar del mundo hayan nacido. Para que esto

sea una realidad, es fundamental garantizar que las estrategias, las políticas y

los presupuestos aseguren el acceso universal a los tratamientos VIH/SIDA. Se

trata, en fin, de asegurar a todos los ciudadanos que viven con el VIH una

verdadera atención integral y multidisciplinaria que incluya nuevas políticas

sociales, laborales y jurídicas, tanto en el ámbito comunitario, como en el

carcelario.

Durante los últimos tres años, los presupuestos destinados a financiar

programas de prevención del VIH/SIDA desarrollados por las ONG han crecido

notablemente, siendo estos recursos para el 2007, más de un 300% de los recursos

que se destinaban a este fin cuando accedimos al Gobierno. Ahora, es necesario

reforzar técnicamente a la Secretaría del Plan Nacional sobre el SIDA, objetivo

en el que el PSOE trabaja con los responsables del Ministerio de Sanidad. Por

otro lado, el Gobierno español tiene previsto casi duplicar su aportación al

Fondo Global en el 2007, alcanzando la cifra de 100 millones de dólares para ese

año, además recientemente el Gobierno socialista se ha comprometido a aportar 15

millones de euros a UNITAID. Se trata de una iniciativa de compra de

medicamentos presentada oficialmente en la Asamblea General de la ONU en Nueva

York en septiembre de 2006. Su misión es contribuir a facilitar el acceso de la

población de los países en desarrollo a los tratamientos contra la infección por

VIH/sida, el paludismo y la tuberculosis, reduciendo el precio de los

medicamentos y de los métodos de diagnóstico que actualmente son demasiado caros

para sus sistemas
de salud.

Al celebrarse el 25 aniversario de los primeros casos de SIDA, queremos

manifestar nuestro agradecimiento y apoyo al trabajo desarrollado por las

organizaciones de VIH/SIDA y de personas que viven con el VIH, sin su trabajo y

tenacidad durante estos veinticinco años la realidad del VIH/SIDA sería hoy muy

diferente a la que conocemos fuera y dentro de nuestro país.