Señor Presidente del Senado,
Señor Presidente del Gobierno de
España
Señores Presidentes de Comunidades Autónomas
Señorías
Señoras y
señores ministros:
Quiero comenzar mi intervención en este recuperado Debate sobre el Estado de
las Autonomías con la constatación de que estos 25 años de Estado Autonómico en
España han sido los más fructíferos de nuestra historia.
El reconocimiento de
nuestras peculiaridades, ha supuesto el fin de dos siglos de conflictos entre
españoles. Y ha permitido el mayor proceso de modernización económica y social
de nuestro país.
Un progreso que se ha dado desde el principio de
solidaridad y que ha permitido un gran crecimiento del país, que ha posibilitado
que se redujeran las diferencias socioeconómicas entre las Comunidades
Autónomas.
Un proceso que ha situado a España en Europa y que nos ha llevado
a ser hoy el país más pujante de la zona euro. Nuestro crecimiento y nuestro
desarrollo contrastan con la situación de estancamiento que atraviesan Alemania,
Francia o Italia, algunos de los gigantes europeos.
Sin duda, la gran novedad
que aportó la Constitución española, respecto a las de nuestro entorno, fue el
Título VIII. Los constituyentes preveían la creación del Estado Autonómico.
Sentaban las bases para una nueva organización territorial y política de nuestro
país.
Con la perspectiva del tiempo, podemos afirmar que el éxito es
incuestionable. Pero también es cierto que el cambio que se ha producido en
España en estos más de 25 años es tan profundo que necesitamos adaptarnos a los
nuevos tiempos.
Señorías, algo más del 60% de los españoles de hoy no eran
mayores de edad cuando comenzamos a construir el Estado Autonómico y una cuarta
parte de nuestros conciudadanos ni siquiera habían nacido.
Es nuestra
responsabilidad responder a los retos y las inquietudes de estas nuevas
generaciones y analizar el funcionamiento de nuestro sistema para adoptar
aquellos ajustes que permitan su mejora.
España se ha dotado de uno de los
sistemas más descentralizados del mundo, al nivel de los Estados federales más
avanzados.
Sin embargo, el análisis de estos años demuestra que no existen
mecanismos de coordinación suficientes. La creación de la Conferencia de
Presidentes o la recuperación de este Debate por parte del Gobierno del señor
Zapatero, han sido pasos importantes.
Pero debemos dotarnos de órganos de
representación permanente donde las Comunidades Autónomas y el Gobierno de
España podamos debatir y llegar a acuerdos sobre todos aquellos temas de interés
nacional.
Y sin duda, ese órgano es el Senado. Un Senado entendido como
auténtica Cámara de representación territorial, donde se reconozca de forma
clara, como ya hace nuestra Constitución, que las Comunidades Autónomas somos
una parte fundamental del Estado.
La reforma de la Constitución que ha
propuesto el Gobierno de España y que está pendiente del dictamen del Consejo de
Estado ya contempla la modificación del Senado.
Esta reforma debe servir para
que nuestra Constitución reconozca los instrumentos de cooperación y cohesión
necesarios para el buen funcionamiento del Estado Autonómico.
El Título VIII
de nuestra Carta Magna admite la profundización en la capacidad de autogobierno
de las Comunidades Autónomas. Y en Aragón, como en otras Comunidades, hemos
emprendido este camino.
Ya en la anterior legislatura autonómica, las Cortes
de Aragón aprobaron por unanimidad un dictamen para la reforma de nuestro
Estatuto y desde hace meses una ponencia parlamentaria, también desde la
unanimidad, trabaja en el nuevo texto que esperamos tener acordado el próximo
mes de febrero.
No entraré aquí en detalles sobre la reforma. Pero precisaré,
porque es un tema de actualidad estos meses, que entiendo que recoger en los
Estatutos, de forma unilateral, los sistemas de financiación, supondría el
quebranto del principio de solidaridad. La revisión del actual sistema de
financiación debe discutirse y aprobarse tras una negociación multilateral.
Dadas las características de este debate, quiero enumerar los asuntos que
preocupan de modo especial a la sociedad aragonesa, y que a lo largo de mi
intervención iré desarrollando.
1. La primera preocupación es que en el
debate que se ha abierto sobre las reformas estatutarias, se plantease un nuevo
Estado Autonómico de dos velocidades.
2. Nos inquietan, en segundo término,
los desequilibrios que se han producido a lo largo de todo el siglo XX en la
España interior.
3. Mencionaré, en tercer lugar, el bloqueo que sufrimos en
la parte francesa del Pirineo, que nos aísla y dificulta de una manera evidente
los intercambios entre España y Portugal con el resto de Europa.
4. El
proceso de deslocalización industrial que afecta especialmente a un sector como
el de la automoción, del que Aragón tiene una gran dependencia, es otra de
nuestras inquietudes.
5. Y como quinta preocupación, señalaré la posibilidad
de que pudieran progresar algunas propuestas de comunidades autónomas vecinas
que proporcionasen derechos exclusivos sobre el agua en cuencas hidrológicas
compartidas.
Señorías, nuestros constituyentes seguramente tuvieron sus
razones políticas para construir el Estado Autonómico en dos velocidades. Pero
aquella decisión, posiblemente la única decisión que en aquel momento permitía
avanzar en la descentralización de nuestro Estado, ha tenido algunos costes
importantes.
Aragón, como aquellas comunidades que accedieron a su autonomía
a través del artículo 143 de la Constitución, hemos tardado casi 20 años en
asumir las principales competencias que reconocían nuestros Estatutos.
Y ese
retraso, además de generar frustración e incomodidad, ha tenido efectos en el
desarrollo de nuestra sociedad. Hemos comprobado que hay una relación directa
entre el grado de autogobierno y el bienestar de los ciudadanos.
Hoy, tras
asumir las principales competencias, Aragón crece más económicamente y ha
comenzado a recuperar población.
Esta larga travesía, nos ha llevado a la
conclusión, unánimemente aceptada por los cinco grupos políticos representados
en nuestra Cámara, de que en el actual proceso de reformas, Aragón no puede
admitir privilegios de nadie. Y que nadie piense que podrá plantearse la idea de
recuperar la España de dos velocidades.
Como ya anticipé en el reciente
Debate sobre el Estado de la Comunidad Autónoma de Aragón, los derechos
históricos, y Aragón es una de las tres Comunidades que los tiene reconocidos en
su actual Estatuto de Autonomía, son una afirmación cultural y una seña de
identidad, pero nunca una excusa para acceder a ningún tipo de
privilegio.
Por motivaciones diferentes, los debates autonómicos han estado
permanentemente polarizados. Creo recoger el sentir de muchos ciudadanos si
reivindico en esta tribuna el derecho de todos, también de los que vivimos en la
España interior, a participar en la definición de nuestro país.
Nos preocupa
que el debate esté permanentemente centrado en torno a las mismas Comunidades
Autónomas y en torno a los mismos problemas. Ha sido tal la monopolización y tan
ensordecedor el debate, que a la mayoría de Comunidades nos ha sido imposible
hacer oír nuestra voz.
En este tiempo, incluso hemos sentido que se nos
miraba por encima del hombro, desde una supuesta superioridad natural que no
podemos admitir y que no vamos a admitir.
Aragón puede exhibir al más alto
nivel su historia y sus derechos. Fuimos parte activa en la construcción de este
país y hemos demostrado nuestra lealtad al conjunto.
Ocupamos un espacio
geográfico en el noreste de España, donde se concentran las mayores tensiones
territoriales. Pero también por nuestra vecindad somos quienes mejor podemos
comprender ciertas reivindicaciones, vengan de un lado o de otro.
Sin
embargo, el conjunto del Estado, Presidente, debe también comprender que Aragón
es una pieza de seguridad para España.
Y como tal, no nos resignamos a quedar
relegados a un papel de suministradores de mano de obra y de recursos para
nuestros vecinos, como ha sucedido a lo largo de todo el siglo XX.
Es cierto
que hemos mejorado esa situación. La aprobación por el Parlamento de España del
nuevo Plan Hidrológico Nacional y la elección de Zaragoza como sede de la
Exposición Internacional de 2008, han supuesto un gran impulso y una inyección
de moral.
Acontecimientos en los que la participación de su Gobierno, señor
Zapatero, ha sido determinante. Estoy convencido de que la política exterior
desarrollada por este Gobierno, posibilitó la consecución para Zaragoza de la
Exposición Internacional de 2008.
La nueva política hidráulica ha resuelto un
largo contencioso territorial y ha aportado soluciones más eficaces y rápidas,
tanto para el valle del Ebro como para las cuencas hidrológicas del
Levante.
Pero nuestros desequilibrios internos son similares a los que se dan
en el conjunto del país.
La monopolización del debate autonómico ha
impedido, sin embargo, que aflorara este problema. Un problema que afecta a toda
la España del interior, con la excepción de Madrid.
Las dificultades para el
desarrollo de buena parte del país, como consecuencia de la ausencia de
infraestructuras de transporte ágiles y modernas, ha sido evidente.
Estoy
hablando del 80% del territorio nacional. Más de una veintena de provincias que
sufren la despoblación y el envejecimiento. Provincias condenadas a la
desertización demográfica y que requieren un esfuerzo de todos. Un gran acuerdo
nacional. Porque un país no puede permitirse prescindir de tres cuartas partes
de su territorio.
En este sentido, quiero agradecer al Gobierno de España la
aprobación, hace escasos días, del Plan Especial para Teruel e instarle a su
cumplimiento y ejecución.
Las nuevas infraestructuras de comunicación y las
inversiones proyectadas en coordinación entre los dos gobiernos estoy seguro que
van a permitir disfrutar a la provincia turolense de grandes oportunidades en
los próximos años.
Pero refiriéndome a nuestras infraestructuras, quiero
mencionar las dificultades que sufrimos a diario como consecuencia del bloqueo
de las comunicaciones a través del Pirineo.
Los Pirineos son hoy la única
frontera real que existe en Europa. Una frontera física que puede colapsar
nuestra economía en los próximos años. Los pasos pirenaicos existentes en ambos
extremos de la cordillera están saturados. Más de 17.000 camiones los cruzan a
diario.
Desde la incorporación a Europa de España y Portugal, el crecimiento
de los intercambios comerciales se aproxima al 10% anual, y alrededor del 95% se
realiza a través de la carretera.
Los estudios de la Unión Europea y del
Gobierno de España consideran que en el año 2020 se habrá duplicado el actual
flujo de mercancías, lo que provocará un bloqueo total del Pirineo.
El
problema se agrava en el Pirineo central, entre Aragón y Francia. Desde hace 30
años, el ferrocarril del Canfranc está interrumpido en Francia. Y, especialmente
en invierno, es frecuente que las carreteras estén cortadas meses enteros, como
consecuencia de la nieve, en Aquitania o Midi Pyrénées, como ya sucedió el año
pasado.
Este es un grave problema para Aragón, que también afecta de forma
notable a la mayoría de las Comunidades Autónomas españolas, desde Andalucía y
Extremadura hasta Valencia y Madrid.
Hemos propuesto, y la Unión Europea y
el Gobierno de España han aceptado, la puesta en marcha de una conexión
ferroviaria de gran capacidad por el Pirineo central. Y mientras esta se
proyecta y se construye, la reapertura del ferrocarril del Canfranc.
Sé que
contamos con el apoyo del Gobierno y del Presidente, pero es imprescindible que
nuestro vecino del norte cumpla sus compromisos. Es una tarea de todos, una
cuestión de Estado, convencer a Francia para resolver una situación que puede
afectar en pocos años, de forma muy grave, a la economía española.
También es
un problema compartido por un buen número de Comunidades Autónomas el de la
deslocalización de la industria del automóvil. Hemos alcanzado con el Ministerio
de Industria importantes acuerdos para evitar la pérdida de varios miles de
puestos de trabajo en la planta de General Motors en Zaragoza.
Pero dado el
peso que la automoción tiene en nuestro tejido industrial, nuestra preocupación
es máxima. Quiero pedir al Gobierno central toda la colaboración, e instar a
empresa y sindicatos a actuar con la máxima responsabilidad.
En materia
hidráulica, me gustaría repetir las palabras que pronuncié en la Tribuna del
Parlamento de Aragón y que tanto eco tuvieron:
«Invito a la Ponencia a
reflexionar sobre la fórmula jurídica que nos permita asegurar y garantizar el
uso de nuestros recursos hídricos en el futuro, evitando amenazas como la que
hemos sufrido recientemente con el trasvase del Ebro. Además de participar en la
planificación hidrológica estatal y en sus órganos de gestión».
Esas fueron
exactamente mis palabras. Defiendo el principio de unidad de cuenca. Defiendo y
comparto que la planificación hidrológica se haga desde el Ministerio de Medio
Ambiente, con la participación de las Comunidades Autónomas.
Pero ni
defiendo ni comparto que nadie se arrogue derechos sobre cuencas hidrológicas
compartidas o sobre caudales. Ahí, Aragón estará siempre vigilante, porque nadie
puede tener la llave en exclusiva de la planificación de una cuenca que
compartimos nueve Comunidades Autónomas, desde Cantabria hasta Cataluña.
Una
última reflexión para terminar. Como les decía al principio, el éxito de nuestra
organización territorial está fuera de toda duda. Y estamos viviendo un momento
político apasionante.
Tenemos el reto de avanzar en la construcción de
Europa, pese a los problemas actuales; a la vez que mejoramos la
Constitución y los Estatutos de Autonomía, que como elementos de convivencia nos
hemos proporcionado.
Y lo hacemos en una situación de absoluta normalidad
institucional. Disponiendo de mecanismos de garantía más que suficientes. Espero
que todos, Gobierno y Comunidades Autónomas, estemos a la altura de este
momento.
Muchas gracias