Con la aprobación de la nueva Ley del Plan Hidrológico Nacional acaba una
larga tramitación que comenzó hace un año con la derogación del trasvase del
Ebro y finaliza con la actual modificación del aprobado por el gobierno popular
el 5 de julio de 2001. Cuatro años de rechazo, de continuas explicaciones de su
inviabilidad científica, económica y ambiental, quince manifestaciones en
Zaragoza, Madrid, Barcelona Bruselas y Valencia, cuatro años de tozudez del PP
aferrado a un proyecto faraónico injusto y demagógicamente presentado en los
territorios por ellos gobernados.
Los cambios introducidos en el nuevo PHN responden a una nueva concepción
sobre el uso y aprovechamiento del agua en consonancia con la directiva marco
sobre política del agua. Con esta ley se abre la posibilidad de dar respuesta a
los problemas planteados a través de alternativas de futuro que mejoran la
gestión, potencian el ahorro del agua y desarrollan nuevas fuentes hídricas. Los
diferentes proyectos y las numerosas actuaciones que el nuevo plan contempla
harán que los recursos hídricos se incrementen en el conjunto de las cuencas
mediterráneas. Con las actuaciones previstas podrá disponerse de 1.063
hectómetros cúbicos, superándose así no sólo los 1.050 hm3 que teóricamente
contemplaba el trasvase, sino los 620 hm3 que realmente hubiesen podido
aprovecharse tras centenares de kilómetros de canalizaciones. Y además con una
previsión de ahorro del coste sobre el trasvase de casi 500 millones.
Todo ello con una salvedad nada despreciable: la inversión ahora prevista
incluye actuaciones en la mejora de la calidad del agua, en la prevención de
inundaciones o en la restauración ambiental. Actuaciones todas ellas que sí
permiten asegurar la cofinanciación de fondos europeos en cantidades nada
desdeñables frente al proyecto trasvasista anterior.
Pero además, el aumento del consumo y las limitaciones que la evolución
pluviométrica prevé para los próximos años – para el año 2050 la temperatura
media de España podrá subir 25 grados centígrados ,las precipitaciones reducirse
el 10% y la humedad del suelo un 30%- hacen que las aguas marinas sean una parte
importante de los recursos aprovechables para el futuro. España es un país de
costas, donde el conjunto de las cuencas mediterráneas tiene más de 1.500 Km. de
litoral, no en balde el 97% del agua disponible en el planeta está en el mar.
Por eso el plan contempla una apuesta muy fuerte por la desalación y
desalobración, poniendo para ello recursos: un total de 624 hm3 por esa vía y un
presupuesto de 1.107 millones para las 15 plantas desaladoras proyectadas.
Estoy seguro que los aragoneses podemos estar satisfechos con el nuevo PHN,
pues recoge muchas de las ideas y alternativas que propusimos en nuestra
oposición al trasvase. Al fin se nos da la razón de su inconsistencia
científica, de su inviabilidad económica, de su afección medio ambiental, de su
incumplimiento de las directivas europeas y de su repercusión negativa para toda
la cuenca del Ebro. No era tozudez ni insolidaridad lo que nos movía a ir en
contra, sino el sentido común, el deseo de buscar entre todos otras soluciones
que nos sirvan para construir futuro y que pongan en valor el uso y
aprovechamiento del agua.
La votación y el apoyo mostrado demuestran que este nuevo PHN tiene respaldo,
a pesar de las dificultades en el consenso, frente a un PP anclado en el
aznarismo de defender lo imposible y de justificar los compromisos y promesas en
Valencia y Murcia. La posición de los partidos nacionalistas ha sido de
oposición clara al trasvase y defensa a ultranza de sus intereses territoriales,
intereses que al final se han conciliado con los nuestros, con los de Aragón,
porque además de derogarse el trasvase, se respeta las obras del pacto del agua
y, a diferencia de cómo lo planteaba el PP, sin necesidad de vincular las obras
con la cesión de los 1.050 hm3. Porque en este nuevo PHN, de forma clara, se
establece una reserva de agua suficiente, vinculada a lo establecido en el pacto
del agua de Aragón de junio de 1992 y hace suyos los últimos acuerdos de la
comisión del agua de Aragón, que anula definitivamente Jánovas y da alternativa
a Santaliestra por el embalse de San Salvador.
En un año hemos avanzado mucho, porque el proceso de debate y discusiones ha
permitido explicar y clarificar muchos de los estereotipos que sobre el agua y
Aragón existen. Las decenas de comparecencias de expertos, gestores de agua,
responsables políticos, institucionales, empresariales, sindicales, regantes y
medio ambientales han permitido comprobar que la problemática del agua no se
zanja con trasvases, sino que se necesitan medidas complementarias en el terreno
del control y del uso, de mejoras del suministro y de reciclaje y
aprovechamientos diversos. Por eso ha sido un año intenso que ha valido la pena.
Aunque el pasado jueves, la alegría de la votación quedase entristecida por la
ausencia de nuestro compañero, el senador Pedro Santorromán.