No deja de ser paradójico hablar del día siguiente cuando acaba de empezar una guerra y, sin embargo, no carece de sentido pues esta guerra se preveía muy corta. Esa es una de las expresiones más repetidas estos días: «que, por lo menos, sea corta», como se decía antes de los partos; desagradables, pero que alumbran algo feliz. Yo no creo que nazca nada feliz de una guerra como esta que, sin duda, generará más odio, más resentimiento y más violencia. Pero, además, al oír esa expresión, no puedo evitar estremecerme al recordar que, para acabar pronto una guerra, alguien pensó un día que era útil lanzar una bomba atómica sobre una población.
Parece hipócrita y obsceno hablar de la reconstrucción y del día después mientras se están tirando bombas. Mientras caen misiles en el mercado de Bagdad, en occidente hablamos del día después. Ya no debatimos cómo parar esta guerra, cada vez más carente de sentido. Hemos optado, impotentes y tristes, por hablar del día siguiente. La opinión pública mundial, que asiste horrorizada a tan injustificado y desigual combate, nos pide que, al menos, saquemos lecciones para el futuro.
La primera lección tiene que ver con el papel de Naciones Unidas. La ONU, su Consejo de Seguridad, no aceptaron el consenso que EEUU, Gran Bretaña y España ofrecían sobre la base de declarar la guerra a Irak. La ONU no ha visto mermado su prestigio, aunque sí su eficacia para detener una guerra desproporcionada e injusta. No sería tolerable que el día después lo administren quienes han declarado una guerra ilegal, sin el amparo de la ONU. Eso sería como legalizar su acción a posteriori.
Frente a la pretensión de EEUU de establecer una especie de protectorado en Irak, Naciones Unidas tiene que reclamar para sí el papel dirigente en el proceso de reconstrucción material y política de Irak después de la guerra y todos los países, como han hecho las ONGs, tienen que condicionar su colaboración con ese proceso a que éste esté dirigido por la ONU.
La Unión Europea deberá también recomponer su unidad, porque es muy importante para el futuro de la Unión que el resultado de esta guerra no sea un reforzamiento de la hegemonía económica y política de EEUU en el mundo, una mayor tensión en la zona y un deterioro de la relación de occidente con el mundo árabe.
El día después de la guerra, los países beligerantes, quienes la han declarado de forma unilateral e ilegítima, deberán responder política, económica y jurídicamente de las consecuencias de su acción. Ese es un imperativo legal y moral de la humanidad. España también deberá afrontar las graves consecuencias de que el Gobierno del señor Aznar nos haya implicado en una inhumana aventura en la que nada se nos había perdido
Pero aún queda algún tiempo hasta llegar a ese día, aún queda demasiado horror. Ahora es urgente la ayuda humanitaria, la colaboración con las ONGs que trabajan por llevar alimentos, medicinas y calor humano a un Irak desolado. Y seguir gritando ¡No a la guerra! cada día que pasa sin que haya paz, para que no se olvide nunca que nada de esto se hace en nuestro nombre.
MERCEDES GALLIZO LLAMAS
Diputada del PSOE por Zaragoza en el Congreso de los Diputados