La política ferroviaria del Partido Popular se limita a la propaganda. Sacrifican todo en aras de ese objetivo: las comunicaciones entre pueblos y territorios, los compromisos electorales adquiridos con los ciudadanos, los Presupuestos del Estado. Todo es válido para intentar introducir en las mentes de los votantes que el PP es un partido de grandes ideas.
Pero la realidad es tozuda y, donde el PP pretende poner grandes propuestas, ella pone mala planificación y decepción generalizada. Esto es más que evidente en el sector de la alta velocidad, pero también en la red convencional de ferrocarriles, algunas de las cuales pueden ser transferidas a las autonomías y, por supuesto, de la preparación del país para afrontar la liberalización del transporte ferroviario que ya tan avanzado tiene la Unión Europea. Aquí se demuestra que el PP no cree en el transporte por ferrocarril
Al analizar lo que el Gobierno hace con el ferrocarril en el conjunto del Estado, no surgen sino dudas más que razonables e inquietudes. La propaganda ha sustituido a la información. El rigor y la claridad exigida por el PP en la oposición ha dado paso a la desinformación más absoluta y a la opacidad sobre lo que está sucediendo.
EL PLAN de Infraestructuras 2000-2007 -de 15 folios- es un baúl sin fondo donde arrojan todos los compromisos que adquieren en sus visitas por España. Cabe preguntarse -sabiendo que no habrá respuesta- ¿cuánto cuestan y quién va a hacer frente a todas las líneas AVE que este Gobierno ha prometido acometer en todo el conjunto del Estado?
La alta velocidad parece haber afectado al Gobierno provocándole un vértigo de promesas que soluciona trazando rayas sobre un mapa y colocando de forma interminable primeras traviesas. Siempre con José María Aznar como protagonista y grandes dispendios propagandísticos. Pero en la única línea de la que deben dar cuentas, de la que debería estar ya en marcha, sólo podemos contabilizar retrasos, falta de previsión, dudas de altos cargos del Ministerio de Fomento sobre la seguridad de la vía y «problemas de agenda».
El Ministerio de Fomento tiene una obsesión: inaugurar una línea de alta velocidad que supere a la única existente, la Madrid-Sevilla. Esta, que fue inaugurada en 1992 -en la fecha comprometida, por cierto-, no ha tenido a lo largo de estos años ningún incidente de seguridad y ha resultado ser la única sección rentable de Renfe.
Y eso les obsesiona hasta la ceguera, cuando ven que los problemas les impiden cumplir con ese objetivo.
Llevamos semanas intentando que el Gobierno despeje el abanico de incógnitas que planean sobre esa línea: ¿cuándo será la inauguración?, ¿con qué medios materiales se va a dar el servicio?, y ¿cuánto van a costar los billetes? Han desgranado algún dato, pero quedan múltiples incógnitas a las que el Gobierno da la callada por respuesta.
Tenemos derecho a saber cuáles son los problemas sin solucionar que han convertido el Madrid-Zaragoza-Lérida en un AVE de vuelo raso: problemas de seguridad de la línea al apostar por un sistema de señalización no verificado que obligará a los trenes a circular a poco más de la mitad de la velocidad prometida; en los sistemas de bloqueo y señalización; en las subestaciones eléctricas que prestan su servicio y también en la conclusión de estaciones como Zaragoza o Lérida.
No responden porque el Gobierno no se atreve a decir la verdad, ni a reconocer que han hecho mal su trabajo y que su pretendida eficiencia es pura y simplemente propaganda.
EL AVE Madrid-Zaragoza-Lérida, cuyas obras inició un Gobierno socialista, nace tocado y cojo. Los que nos atrevemos a decirlo sólo recibimos insultos por parte del PP.
Nosotros deseamos para nuestras tierras y gentes lo mejor, pero sobre todo queremos unos gobernantes que cumplan lo que prometen, que no nos agredan con la propaganda y que pidan disculpas y den explicaciones cuando no son capaces de cumplir con su palabra. Quienes han hecho gala, como valor político prioritario, de que cumplen lo que prometen, deben ser consecuentes y explicar qué esta sucediendo en el AVE Madrid-Zaragoza-Lérida, así como clarificar cuál es su política ferroviaria, en todos sus aspectos, y sus fórmulas de financiación.