Artículo publicado en Hoy Aragón, el 6 de junio de 2018 Por Darío Villagrasa, diputado del PSOE y Secretario de Organización en el PSOE Aragón |
El pasado viernes prosperó la moción de censura presentada por el PSOE ante el Gobierno de Mariano Rajoy.
Lejos de referirme a las evidentes diferencias que el PSOE hemos mantenido con la etapa del Gobierno del PP, me centraré en los aspectos para desmitificar algunos argumentos que empiezan a surgir en la sociedad a raíz de este asunto.
La primera, de una larga y dura serie de causas judiciales, determinó por sentencia que el PP llevaba financiándose irregularmente desde el año 1989.
Ponía en duda la credibilidad de algunos testigos, entre ellos el del propio Rajoy, y condenaba al Partido Popular a título civil porque hasta 2015 un partido político no podía ser condenado por lo penal por haberse beneficiado de dicha financiación.
Una sentencia, auténticamente demoledora, que abría un tiempo de iniciativa al propio Gobierno y que, aconsejado por el trancredismo y la estrategia de que el tiempo todo lo soluciona, se dedicó a no hacer nada.
Mariano Rajoy pudo, y a mi juicio, debió dimitir.
No solamente fueron voces desde la oposición política las que se lo reclamaron, pero ese pensamiento jamás se instauró en la cabeza del entonces Presidente.
Aliados parlamentarios, partidos políticos conservadores, y la sociedad reclamaban una respuesta rotunda al jarro de agua fría que la sentencia emitía en sus hechos probados. Y ante esa estatua de sal, ¿acaso los partidos políticos no debían hacer nada?
Ante dicha situación, el PSOE, actuó como siempre expuso que actuaría: trabajando desde los ochenta y cuatro diputados para mejorar nuestra democracia y regenerar la vida política. El PSOE en solitario presentó la moción de censura, consciente de los riesgos y las responsabilidades que se desencadenaban de ese hecho.
El propio José Luis Ábalos, la portavoz Margarita Robles, ambos del PSOE, u otros diputados de Ciudadanos, PNV y otras fuerzas parlamentarias pidieron la dimisión de Rajoy de todas formas posibles.
El candidato Pedro Sánchez, insistió: “Dimita aquí y ahora, y esta moción de censura habrá acabado”. Alejado de todo tipo de responsabilidad, el Sr. Mariano Rajoy siguió en sus trece, tensando la cuerda hasta la votación final conociendo de primera mano cuál iba ser el resultado.
Dicho relato, verificado por las palabras emitidas en la tribuna de oradores el pasado jueves, demuestra que el PSOE no pretendía el “poder a toda costa” como nos acusan, sino que el enrocamiento de un PP noqueado fue censurado por la mayoría absoluta del parlamento y fuerzas políticas que obtuvieron más de quince millones de votos en las pasadas elecciones.
Ahora se abre un tiempo nuevo.
En el que las oportunidades políticas y el carácter progresista del PSOE pueden revertir unas políticas y una forma de hacer política que habían imperado en este país durante los últimos siete años. Y esto se realizará desde un gobierno en solitario del PSOE, que puede emplear los numerosos acuerdos parlamentarios bloqueados por el PP y las restricciones presupuestarias para plantear cambios profundos que mejoren la vida de la ciudadanía.
Es común escuchar estos días que los socialistas rompemos España o que el PSOE pacta con los enemigos de la patria. Argumentos no reales que se convertirán en el azote de un gobierno en minoría donde el diálogo, los consensos amplios y el parlamento serán los verdaderos protagonistas.
Ante las tres crisis más profundas que nuestro país ha sufrido -la representativa, la social y la territorial-, el Gobierno del PP no ha sabido dar respuesta sin denostar grandes acuerdos de Estado, en los que el PSOE hemos participado.
Ahora es tiempo de los socialistas, insisto, no exento de dificultades por la minoría parlamentaria que disponemos, pero abierto de oportunidades para trabajar desde la humildad y honestidad por un país igualitario y donde nadie se quede atrás.
Un escenario que beneficia a Aragón, donde esperamos que reivindicaciones como la lucha contra la despoblación, nuestra singularidad territorial, la financiación autonómica o los proyectos estratégicos estén presentes, además de la notable impronta social que el PSOE realiza en todas instituciones donde Gobierna.
En el Aragón de 2015, el PSOE pudimos dar la vuelta a todos indicadores de bienestar a través de las políticas públicas.
Tras nuestro compromiso con la educación, sanidad, dependencia, política social, universidad, cultura y otros tantos aspectos de Aragón, durante tres años en el Gobierno hemos logrado ser la Comunidad Autónoma que más ha invertido en políticas de bienestar, con incremento del 25% frente a la media nacional del 13%.
Humildemente, hemos recuperado la ilusión y la dignidad para muchos ciudadanos aragoneses, y ese tiempo se abre hoy en España y se abre de la mano del PSOE, que nuevamente ha estado a la altura democrática que exigía este país.