En el año 2010, Germà Bel escribió un influyente libro que llevaba por título: España, capital París. La tesis principal era que nuestro país había construido una red radial de infraestructuras que no solo respondía a una concepción centralista del Estado, sino que además generaba un conjunto de ineficiencias. La alternativa más racional habría sido desarrollar una red reticular que conectara los distintos puntos de la península sin tener la necesidad de pasar siempre por el centro. Germà Bel ha acabado engrosando las filas del independentismo catalán. Como muchos nacionalistas, sus posiciones iniciales han sido sustituidas por la ruptura secesionista, renunciado el catalanismo al liderazgo histórico que ha tenido siempre en España. Es por ello que, a raíz de la crisis territorial, se ha abierto en nuestro país un enorme espacio político.
El pasado 23 de abril, el Presidente de Aragón, Javier Lambán, desarrolló un discurso en esta dirección. Como él mismo señaló en el Palacio de la Aljafería, Aragón es parte constituyente de España. Esto significa que los lazos históricos y sentimentales de nuestra región con el resto de los territorios son muy fuertes. Aragón forma parte de la historia de España desde sus orígenes y nuestras aportaciones al espacio público compartido han sido siempre muy relevantes. Es cierto que quizás nos ha faltado algo de liderazgo, aunque era difícil ejercerlo en medio de dos nacionalidades históricas, País Vasco y Cataluña, que han tenido siempre una fuerte presencia nacional.
Pero es posible que el contexto haya cambiado. No sólo la crisis territorial abre una ventana de oportunidad. En la crisis económica, Aragón ha mostrado una fortaleza extraordinaria. Su sistema financiero regional, por ejemplo, no ha colapsado como sí ha sucedido en otras regiones españolas y ha sido junto al País Vasco uno de los más fuertes. Las principales empresas aragonesas también han mostrado una gran robustez y muchas de ellas no solo se han expandido en su sector por el resto del país, sino que además están promoviendo un gran desarrollo tecnológico. Un dato resume claramente esta pujanza económica: junto a Navarra y País Vasco, somos los tres territorios con menor tasa de paro.
Hay un ingrediente más que permite contemplar a Aragón como una tierra a liderar un proyecto de país. Nuestra comprensión y empatía hacia la pluralidad identitaria es el resultado de ser un pueblo fronterizo con territorios con una fuerte personalidad como son Navarra, País Vasco y Cataluña. De hecho, en una parte de nuestro territorio, el castellano y el catalán se mezclan en las conversaciones diarias y forman parte de nuestra historia lingüística. La Franja es el fiel reflejo de que se pueden tener varias identidades culturales y lingüísticas, sin tener la necesidad de elegir entre una de ellas.
En definitiva, como decía Javier Lambán en su discurso del 23 de abril, quizás necesitemos creer más en nosotros mismos. Aragón puede representar ese horizonte de país plural en lo identitario, moderno en lo económico y cohesionado en lo social. Nuestra participación en la historia de España nos avalan como territorio leal al espacio público compartido con los distintos territorios. Siempre hemos tenido un espíritu abierto. Pero como decía José Antonio Labordeta en una entrevista que concedió en el año 2005: en Aragón debemos esforzarnos por cambiar “la autoestima, el creernos que somos capaces de lograrlo…Tenemos una resignación histórica de valorar más lo de fuera, de pensar que nuestro esfuerzo es inútil”. Quizás se haya abierto ahora esa ventana de oportunidad que reclamaba entonces José Antonio Labordeta y que permita colocar a Aragón en el mapa nacional de los territorios con liderazgo. El actual Gobierno de Aragón de Javier Lambán se propuso desde el primer momento “aragonizar” España. Es posible que haya llegado nuestro momento.